jueves, 3 de julio de 2008

Febrero (primera parte)

Sería su primer verano totalmente solo en su casa. De hecho había planeado mucho acerca de ese momento. Ya imaginaba terribles fiestas, con personajes que vería por única vez en su vida y un desorden brutal que le llevaría el resto del mes componer. Pasearse casi desnudo por el living sosteniendo el control remoto y una cerveza, almorzar a las 9 de la noche tal vez; esas cosas que se convierten en aburridas a los pocos días. Se sorprendió de lo rápido que traiciono su concepto de unas vacaciones feroces, quizás fue por quedarse sin ropa limpia en tan poco tiempo o el ver las plantas morirse junto a los apilados platos sucios. Pero tuvo un ataque de responsabilidad, o una especie de paternalismo consigo mismo (lastima, para ser sincero), y se dedicó a probarse que podía no depender de nadie ni de nada. No incluyó las noches de monitor y whisky convertidas en rutina, eran su escape desde hace mucho tiempo. Llegaba de la calle empapado de ciudad y se sentaba a revisar mails y hablar un poco con esos que hace rato ya no veía porque la vida se la estaban chupando de a poco. Abría la botella junto a los parlantes y preparaba escoses, las noches livianas, y on the rock las más jodidas. Allí, donde sabía que solo no podía consigo mismo, con los fantasmas de su ex que el fingía no escuchar, y el callo de no saber que mierda haría con su vida cuando pasara febrero, ese que despiadadamente tuvo las madrugadas más febriles que imaginó alguna vez.